Erróneamente son muchas las personas que creen que dicha expresión proviene del pasaje bíblico en el que Eva toma un fruto prohibido del árbol del bien y del mal en el ‘Jardín del Edén’ .
Pero la expresión nada tiene que ver con las ‘sagradas escrituras’ sino con una leyenda que se recoge en la mitología griega y que tiene que ver con Eris, Diosa de la discordia y las desavenías.
Según explica el mito, durante el enlace nupcial entre Peleo y Tetis (futuros padres de Aquiles) hizo acto de presencia Eris, quien no había sido invitada a tal magno evento, con la intención de provocar un conflicto entre los allí reunidos.
Portaba una manzana de oro, la cual lanzó a los pies de las diosas Afrodita, Atenea y Hera. Dicha manzana llevaba una inscripción que indicaba que era para la mujer más hermosa, algo que motivó que las tres deidades discutiesen entre ellas sobre a quién le correspondía quedársela.
Para mediar en el conflicto ocasionado por Eris, se escogió a Paris para que eligiera a la más bella de las tres y, por tanto, debía ser la poseedora del fruto dorado.
Tras mucho dudar e incluso intentar sobornarlo con diferentes favores por cada una de las tres diosas para ser la escogida, finalmente Paris ofreció la manzana de oro a Afrodita (quien le había prometido el amor de Helena de Esparta, esposa del rey Menelao).
El joven convencido por las palabras de la diosa terminó secuestrando a Helena, lo que dio lugar a la conocida como ‘Guerra de Troya’.
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