Mario y Sila. Ambos participaron en la guerra de
Yugurta, donde el primero consiguió gran prestigio. Se constituyó en defensor
de los pobres y se comportó como los Graco. Además, realizó una reforma militar
que dio cabida a los extranjeros en el ejército, con lo cual éste ya no fue más
un reflejo de la sociedad romana. A partir de entonces los soldados fueron más
leales a sus jefes que al estado. Más tarde acudió para defender a Roma
de hordas bárbaras que pretendían invadirla y esto le valió ser proclamado
segundo fundador de Roma y designado cónsul seis veces consecutivas.
El hecho de perpetuarse en el poder le hizo
alentar aspiraciones para convertirse en Soberano, a cuyo efecto, para contar
con el apoyo de las tropas, ordenó repartir tierras entre los soldados.
En pleno apogeo de Mario, surgió un temible
rival, Mario Cornelio Sila, (imagen derecha) que era un patricio que había servido a sus órdenes en la guerra
contra Yugurta. La ocasión se presentó cuando Roma se vio amenazada por una
rebelión de los pueblos italianos, que eran aliados o socios; pues como Mario,
que simpatizaba con su causa, procedió contra ellos con absoluta energía, Sila
asumió el mando y concluyó rápidamente la guerra, quedando al frente de un
poderoso ejército.
Tiempo después, cuando se originó una nueva
guerra (esta vez contra Mitrídates, rey del Ponto, en el Asia Menor,) Mario
debió disputarle a Sila el mando de las tropas y obligarlo a salir de Roma. En
consecuencia, Sila fue en busca de sus legiones y se enfrentó con Mario hasta
vencerlo.
Mario huyó y se escondió en los pantanos de Minturnas, donde fue
encontrado y tomado prisionero, pero nadie se atrevió a cumplir la orden de
Sila de ejecutarlo; por lo que pudo fugar y trasladarse a Africa, pero allí no
obtuvo asilo. Mario
regresó a Roma y llevó a cabo Una cruel venganza contra sus enemigos. En esas
circunstancias fue nombrado cónsul por séptima vez, pero falleció en el curso
del mismo año 86 a.C., víctima de los excesos que había cometido durante su
vida.
Rápidamente recuperó el poder y erigido en
dictador perpetuo, puso en ejecución una sistemática venganza contra {os
partidarios de Mario, quienes quedaron sojuzgados en sus vidas y bienes. Los
tribunos perdieron el derecho de vetar y proponer leyes. Además, se modificaron
las leyes para devolverles a los patricios sus antiguos privilegios. En ese
momento pareció que el partido popular había sido eliminado.
Durante tres años Sila ejerció el poder supremo,
al cabo de los cuales renunció (79 a.C.) y volvió a ser un simple ciudadano. Al
año siguiente falleció en su casa de Cumas, por los efectos de una terrible
enfermedad, que lo consumió gradualmente.
A su vez, en Italia, se produjo una sublevación
de los gladiadores, acaudillados por Espartaco, un esclavo de raza númida, que
organizó un formidable ejército integrado por esclavos y pastores de los
Apeninos, que se enfrentó con éxito contra las legiones romanas. Finalmente fueron vencidos en el 71 a.
Cristo.
Durante la dictadura de Sila comenzó a
distinguirse uno de sus jóvenes lugartenientes llamado Cneyo Pompeyo (imagen).
Cuando volvía de España, una vez finalizada la guerra contra Sertorio, Pompeyo
se encontró con los últimos grupos de gladiadores que seguían resistiendo, y
los derrotó por completo.
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